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Perdonar: un término poco comprendido

Perdonar: Un Término Poco Comprendido

Perdonar nos libera de una carga emocional que frena nuestra inteligencia, nuestra creatividad y nos proporciona el impulso vital para continuar adelante aprovechando todo nuestro potencial.

Dice Nelson Mandela en la película Invictus: «El perdón libera el alma. Se lleva el temor. Por eso es un arma tan peligrosa.»

Pero hay quienes que no consideran el perdón como una opción de liberación, porque creen que sería un acto cómplice de las injusticias.

Solemos pensar que quienes nos hicieron daño no merecen ser perdonados. Sentimos que si los perdonamos se van a aprovechar de nuestra bondad y nos volverán a herir.

En algunos casos, el malestar producido por maltratos y ofensas a veces no disminuye con el tiempo, sino que se convierte en rencor. Y cuando el dolor se añeja los sentimientos se agrian.

Sin embargo, comprender el verdadero significado del perdón puede ayudarnos a:

Que no guardemos las heridas indefinidamente;

Que no alimentemos las decepciones en el presente reviviendo en nuestra mente el triste episodio que nos hirió; y

Que el dolor no nos domine y nos deteriore la gentileza inherente al ser humano.

Ampliémos las oportunidades de avanzar positivamente hacia el futuro.

Confusiones frecuentes sobre el significado de «perdonar»

Es muy útil tener siempre presente que perdonar no significa:

Aceptar la crueldad;

Olvidar que algo doloroso ha ocurrido;

Justificar un mal comportamiento;

Aceptar una injusticia o resignarse;

Reconciliarse con el ofensor;

Que el ofensor se salga con la suya.

Cuando perdona, en primer lugar, el perdón es para usted y no para quien lo ofendió.

El perdón es un regalo que usted le da a su alma y a su corazón, que sienten el pesar de algo que les ocurrió, y que no pueden encontrar paz sin el perdón.

Muchas veces nos culpamos por decisiones que nos llevaron a una situación en la que nos decepcionamos o fuimos heridos. Entonces nos culpamos una y otra vez porque sentimos que de alguna manera nosotros mismos originamos el agravio.

Pero ese dolor comienza justamente a disiparse cuando nos perdonamos y nos liberamos de la idea sobre lo que pudimos evitar en el pasado y no lo hicimos.

Cuando usted se perdona, se libera de un gran peso y se da una oportunidad para restaurarse emocionalmente.

Perdonar es decidir ponerle un alto a un dolor originado por una ofensa o una agresión que ya pasó.

En otras palabras, el perdón sirve para reponer la ilusión sobre el porvenir y repotenciar la esperanza.

Perdonar es parte de la capacidad humana de «resiliencia»

Desde el punto de vista psicológico, la resiliencia es la capacidad de las personas para afrontar la adversidad y lograr adaptarse bien ante una tragedia, un estrés severo o una gran decepción.

La resiliencia nos faculta para ser fuertes en las crisis y sobreponernos exitosamente después de vivir momentos difíciles.

Es como si tuviéramos con un espacio de libertad interior que hace posible que uno no se esclavice a una herida emocional.

Al igual que el perdón, la resiliencia no es algo que se tiene o no se tiene. Más bien se trata de una forma de ver el mundo (paradigmas), que cualquier persona puede aprender y desarrollar.

Sin no nos perdonamos, siempre nos resultará más difícil enfrentar los obstáculos propios de la vida y tampoco lograremos ser resilientes.

Algunas personas mantienen vivo un dolor para demostrarle al mundo lo mal que han sido tratadas, sin darse cuenta de que eso las daña más. Su dolor se retroalimenta con el recuerdo.

Cuando nos aferramos a un dolor por algo que pasó, la autocompasión puede empañarnos la bondad. Al asumir el papel de víctimas, nos estamos resignando a esperar que alguien nos solucione la vida.

El perdón nos ayuda a reconocer que somos frágiles y admitir que no necesitamos ocultar nuestras debilidades. Podemos vivir y florecer con ellas. No necesitamos ser perfectos.

La ventaja está en que cuando somos conscientes de nuestros límites, podemos evitar que las malas experiencias se repitan.

Perdonar no es olvidar ni permanecer en un error. Por el contrario, es darse el chance de empezar de nuevo, con la experiencia adquirida, sin los rencores que nos impiden ver las posibilidades del presente y del futuro.

Cuando perdonamos hacemos posible que se renueve nuestra capacidad de relacionarnos. Primero con nosotros mismos y, después, con quien perdonamos.

Al igual que el amor, el perdón no es algo que se «entrega» a los demás, sino un regalo vital para nosotros mismos.

Podemos aprender a perdonar

La capacidad de perdonar es un acto conciente que puede aprenderse y desarrollarse, practicando, practicando y practicando.

Perdonar no es una acción que llevamos a cabo en un momento determinado o en un día. Es un proceso que necesita ser trabajado poco a poco, con paciencia, esfuerzo, disciplina y constancia.

Es bueno comenzar por tener conciencia de las diferencias entre las palabras «perdonar» y «olvidar». Son diferencias sutiles, pero vitales. Si sólo olvidamos, sin perdonar, mantendremos viva la herida y el potencial rencor.

El reto del perdón consiste en aprender a hacer borrón y cuenta nueva, sin que eso signifique olvidar la ofensa de inmediato. Somos seres humanos y olvidar como un acto auténtico de salud mental toma tiempo.

Tampoco se debe pretender que nunca pasó nada malo. Negar lo que ocurrió puede ser un autoengaño que impida la verdadera sanación de las heridas.

Cuando recuerde la falta cometida contra usted, véala como una oportunidad clave para aprender a madurar y fortalecer su dignidad. Ese beneficio justifica el esfuerzo, porque le brinda 100% de ganancia.

Comience a desarrollar el hábito de perdonar, practicando con pequeñas faltas cotidianas. Por ejemplo, practique perdonar:

Que un conductor se le adelante bruscamente en el tráfico.

Que alguien lo atienda con mala cara o descortesía.

Que alguien le hizo un reclamo sobre algo que no es su responsabilidad;

Que alguien no llegó a tiempo a una cita.

Practicar con constancia estas pequeñas faltas ayuda a ir mejorando la resiliencia personal poco a poco, a darse cuenta de los beneficios del esfuerzo, y a mejorar la capacidad de perdonar cuando surgen conflictos mayores.

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Esta entrada tiene 4 comentarios
  1. Cuando uno recuerda que perdonar es inicialmente invitarse, permitirse y alentarse a perdonarse, cobra un sentido diferente el proceso de perdonarse.

  2. […] Perdonar es una cosa, y otra muy distinta pasar por alto las injusticias y los atropellos. En este podcast respondo a Ricardo (nombre ficticio), un seguidor del blog que me ha escrito privadamente para confiarme la grave depresión que sufrió por culpa de una madre y un padre que le trataron de manera tan injusta como cruel. Tras tantas vejaciones, ahora su progenitor se ha puesto en contacto con él para retomar la relación. En este podcast que dedico a Ricardo, he compartido algunas reflexiones del artículo de Juan Carlos Jiménez titulado ‘Perdonar: un término poco comprendido’. […]

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