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¿Cuánta arrogancia puede producir la «autoridad»?

No se si esta historia es cierta. No tengo como verificarla, pero eso no es relevante en este caso. A lo mejor los hechos no ocurrierron exactamente de esta manera, pero no son pocas las situaciones parecidas que ocurren en el dia a dia.

No solo me ha parecido una historia muy divertida por su final, sino también un buen ejemplo de cómo los paradigmas pueden afectar la mentalidad de alguien que no asume la relatividad de su autoridad.

En este caso se trata de un funcionario gubernamental, pero igual podría tratarse de la autoridad que pudiera sentir «poseer» el supervisor de un equipo de trabajo, un maestro o un padre de familia:

«Un oficial de la DEA (Drug Enforcement Administration o Departamento Especial Antidrogas) fue a visitar una hacienda cercana a la frontera entre USA y México.

—Necesito inspeccionar estas tierras por denuncias de cultivo ilícito de drogas –le dijo el oficial al capataz del lugar.

—Está bien. Pase adelante. Pero no se acerque al terreno que está por allá –respondió humildemente el capataz, mientras señalaba en cierta dirección.

En seguida el oficial de la DEA explotó diciendo:

—Mire, señor, tengo toda la autoridad del gobierno federal.

Entonces tomó la insignia de oficial que tenía que le colgaba en el cuello y se la mostró orgullosamente al capataz:

—¿Usted ve esta placa?… Esta placa significa que yo puedo ir a donde desee, en cualquier lugar. Y no necesito preguntar ni dar explicaciones. ¿Le ha quedado claro?

El capataz asintió cortésmente, se disculpó y volvió a sus tareas. Pero al poco tiempo escuchó fuertes gritos, alzó la vista y vio al oficial de la DEA corriendo, tratando de salvarse de la persecusión de un toro enorme.

El toro coría rápido y le ganó terreno al oficial, quien veia que era probable recibir una cornada antes de llegar a un área segura. El oficial estaba claramente aterrorizado.

El capataz arrojó sus herramientas, corrió hacia la cerca y le gritó con todas sus fuerzas:

—¡La placa!… ¡La placa, oficial!… ¡Enséñele la placa al toro!…

Por cierto, una de las definiciones del Diccionario de la Real Academia Española sobre «autoridad» es: «Prestigio y crédito que se reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia.»

Es decir, los títulos, los cargos o las insignias otorgan un poco de autoridad. Pero la verdadera autoridad es algo que se gana y se mantiene en la práctica.

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