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Gerencio paradigmas para comunicarme mejor

Gerencio Paradigmas Para Comunicarme Mejor

Me encantan las historias de paradigmas porque tienen una gran fuerza didáctica, y pueden simplificar fenómenos complejos como el de la comunicación humana.

En estos días conseguí la siguiente:

En una reunión de alcohólicos anónimos invitaron a un conferencista decidido a demostrarle al grupo que el alcohol era el peor de los males

El expositor colocó sobre la mesa dos vasos de vidrio, llenos de un líquido transparente.

Cuando terminó, hizo una pausa y le dijo al grupo: «En uno de estos vasos hay agua y en el otro hay alcohol».

Después, cuando tenía toda la atención de la audiencia, introdujo un pequeño gusano en uno de los vasos.

El invertebrado se movió tranquilamente por la superficie del líquido, llegó al borde del vaso y se deslizó hacia fuera.

El conferencista tomó ese mismo gusano y lo introdujo en el segundo vaso, donde murió y se desintegró a la vista de todos.

Después de unos segundos, el expositor preguntó al grupo: «¿A qué conclusión pueden llegar después de haber visto lo que le ha ocurrido al gusano?».

Inmediatamente se escuchó una voz que respondió desde el fondo de la sala: «Que si bebes alcohol, nunca tendrás gusanos.»

Gerenciar la ambigüedad

No se si es una historia verdadera, pero perfectamente podría serlo. No es una historia excepcional. Todos los días vemos situaciones parecidas en nuestra vida cotidiana profesional o privada.

La comunicación humana es un proceso complejo. En consecuencia, siempre hay grandes posibilidades de ser mal interpretados o tergirversados.

El fenómeno de la comunicación es ambigüo por naturaleza, porque la información contenida en un mensaje puede ser percibida e interpretada de muchas formas.

Si estuviéramos más concientes de esa ambigüedad, podríamos mejorar nuestros mensajes y manejar mejor nuestra reacción cuando obtenemos respuestas diferentes a las que estamos buscando.

Los expertos tienden a obviar lo más básico

En la historia anterior se puede ver que para el expositor, un experto sobre los efectos del alcoholismo, la respuesta era «obvia». Pero se equivocó y fue sorprendido por una respuesta inesperada para él.

En casos así, es fácil reaccionar negativamente, basados en prejuicios sobre lo que originó esa respuesta. Por ejemplo, ¿fue solo una ironía, o fue una respuesta auténtica y sin mala intención?

Diariamente, muchos profesores, vendedores y supervisores pasan por situaciones similares. Y cuando no logran comunicarse y conectarse positivamente con sus audiencias, suele ser por usar argumentos basados en supuestas consideraciones «obvias».

En otras palabras, cuando se piensa que «si es obvio para mí lo es para los demás», hay más probabilidades de cometer errores de comunicación.

Esta historia muestra como un argumento, aparentemente claro y visualmente contundente, puede ser interpretado de manera diferente a la intención del expositor.

¿Cuál es la moraleja de esta historia?

Este es uno de las recomendaciones que más hago en mis asesorías y cursos: Un comunicador profesional prepararía mejor sus argumentos si tomara más en cuenta, previamente, los paradigmas dominantes de su audiencia, y sus posibles respuestas. Esto le permitiría «adelantarse» y «vender» sus ideas con menos probabilidades de desviarse de su propósito.

¿Cuál otra moraleja deducirías de esta historia?…

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