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El lenguaje puede ampliar o reducir tus oportunidades

El Lenguaje Puede Ampliar O Reducir Tus Oportunidades

El lenguaje que utilizamos en el día a día genera cambios importantes en nuestro cerebro, define nuestra percepción del mundo y tiene la capacidad de crear o transformar nuestra realidad.

Hace 100 años el reconocido lingüista austríaco Ludwig Wittgenstein resumió el poder de las palabras diciendo: «los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo.»

El lenguaje está estrechamente vinculado a las emociones que sentimos y transmitimos. Razón por la cual nuestras palabras constantemente envían mensajes a nuestro cerebro e influyen en su funcionamiento.

El lenguaje y sus efectos neurológicos

Desde el punto de vista neurológico, el uso de un lenguaje positivo genera cambios en el lóbulo parietal, la parte del celebro involucrada en la forma en la que nos vemos a nosotros mismos, a los demás y al entorno.

Estudios neurológicos señalan que las palabras negativas hacen que liberemos cortisol, la hormona del estrés. Por lo cual, adoptar una actitud negativa y usar un lenguaje basado en expresiones como «no se puede», «hemos fracasado» o «eso es imposible» puede debilitar la salud física y mental de una persona.

Por el contrario, la actividad de nuestra amígdala cerebral aumenta al percibir un futuro más próspero a través de palabras positivas.

Neurocientíficos como Andrew Newberg y Mark Robert Waldman aseguran que el cerebro se vuelve más saludable cuando empezamos a usar «tres, cuatro o cinco expresiones positivas por cada una negativa.»

El lenguaje tiene una potente capacidad de cambiar nuestro mundo. Y al igual que un lenguaje pesimista nos afecta negativamente, también ocurre lo contrario.

Para aprovechar el poder del lenguaje

La clave está en adoptar prácticas cotidianas sencillas pero efectivas. Por ejemplo, en vez de usar un rotundo «no», usa «todavía», que es una palabra que deja las puertas abiertas, propone que aún hay esperanza y activa la motivación.

También puedes practicar dejar de utilizar «pero» o cambiarlo de lugar. Por ejemplo, hay una gran diferencia en el efecto que produce decir «has hecho un buen trabajo, pero me lo has entregado tarde», que decir «me lo has entregado tarde, pero has hecho un buen trabajo».

Dejar el aspecto malo del mensaje para el final de la frase hace que el mensaje negativo perdure más. Es decir, el «pero» al final anula lo anterior.

Así mismo, los tiempos verbales ofrecen oportunidades interesantes para practicar un lenguaje optimista. Es decir, si en lugar del tiempo condicional utilizamos el futuro, podemos transformar un escenario hipotético en uno con más certidumbre.

Por ejemplo, «si salgo de viaje, podría descansar» no tiene el mismo efecto que «cuando salga de viaje, descansaré». Lo condicional implica duda; y el futuro, certeza.

Amplía tus oportunidades con el lenguaje

El lenguaje amplía las oportunidades cuando sustituimos palabras como «fracaso», «problema», «imposible» o «culpa» por expresiones más constructivas como «error», «situación», «reto» o «responsabilidad». Estas expresiones alternativas nos permiten tratarnos con más benevolencia mientras nos abren la mente a las posibilidades.

Algo parecido sucede al cambiar el uso de los «¿Y si…?» negativos por positivos. Los primeros tienden a desmotivarnos y los segundos a impulsarnos.

Por ejemplo, «¿Y si no hay entradas para el teatro?» es muy diferente a «¿Y si nos adelantamos para asegurar las entradas para el teatro?». La primera expresión tiende a paralizarnos. La segunda nos invita a la acción.

Otros ejercicios que puedes hacer con el lenguaje

En el libro Arte Supremo: 50 prácticas de buena atención al cliente ofrezco varias recomendaciones para ejercitar un lenguaje menos ambiguo. Por ejemplo, «enseguida lo atiendo» o «ahora mismo voy» son expresiones más precisas que «espere un momento» o «ya lo atiendo».

Igual reflejas una mejor actitud de servicio cuando respondes a un cliente «claro que sí», «con gusto», «será un placer», o «por supuesto», que con la ambigua y común expresión «sí, como no.»

Como has podido ver, las palabra no son inocentes. Cada una está cargada de emociones relacionadas con sus significados. Por lo tanto, ejercitar un lenguaje más preciso y positivo te ayudará a influir mejor en los demás. Utilizar un vocabulario más estimulante también ejercita tu inteligencia y creatividad.

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